Necesito
una almohada, pero…. ¿cuál?
“tengo
el cuello agarrotado…” o “tengo unos dolores de cabeza terribles últimamente…”
suelen ser los síntomas de una “enfermedad” desgraciadamente muy común: la mala
elección de nuestra almohada.
Situaciones de sobrecarga de esfuerzo motivadas por malas actitudes posturales durante el día o el uso repetitivo del mismo gesto corporal en nuestro quehacer diario, causan fatiga y contracturas que pueden llegar a ser crónicas. La elección de la almohada ha de ser correcta para poder recuperar durante el sueño. Mantener la columna en una posición equilibrada respecto a la base de descanso,
proporcionando una adaptación personalizada es el objetivo primordial.
¿Qué características he de tener en cuenta a
la hora de escoger mi almohada?
Como
somos físicamente es una valoración crucial. La amplitud de espalda, el ángulo
que forma la cabeza con el hombro unido a nuestra postura habitual de dormir
son fundamentales a la hora de decidir la altura y firmeza de la almohada. Por ejemplo,
existen almohadas de gran altura y densidad apropiada a gente de mucha
envergadura, así como, para un niño es apropiado almohadas bajas y muy
livianas.
Las características de nuestro colchón también
son importantes, un colchón firme demandará una almohada alta así, por el
contrario, uno más confortable es aconsejable una almohada más baja.
También
la temperatura de descanso es un concepto cada vez más importante pues según el material que escojamos
lograremos una mayor transpiración y frescor.
Fibra,
látex, viscoelastica o pluma son los materiales más extendidos, así, teniendo en cuenta los factores que antes
hemos reseñado, podremos encontrar la
mejor de las almohadas.
Un
último consejo básico seria donde podemos adquirir la almohada adecuada: en
establecimientos donde haya una amplia gama para la elección y posibilidad de
probar tranquilamente el producto; es decir en una colchonería tradicional o
tienda especializada en descanso.
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